La zona colonial conocida anteriormente como la zona de los techos rojos, al pasar de los años ha tenido ciertos cambios positivos, incluso convirtiéndose en una zona muy visitada por turistas locales y extranjeros, debido a sus hermosas casas antiguas con fachadas muy coloquiales que a pesar de sus años de construcción, los habitantes de la zona han mantenido conservadas, son esas reliquias de la Venezuela de ayer que no debemos olvidar. Son casas grandes con puertas muy grandes y de madera con aspecto colonial parecen de la época de Bolívar, tienen amplios patios donde la mayoría poseen fuentes, matas e incluso hamacas.
En el centro de la localidad podrás observar una hermosa y amplia iglesia llamada ¨Dulce Nombre de Jesús¨ con muchas esculturas religiosas y largos bancos de madera, su piso de mármol y altas columnas bien edificadas que te llevan a observar la delicadeza artística de la arquitectura colonial -aunque no seamos arquitectos ni expertos en construcciones antiguas-, en este recinto religioso la comunidad celebra infinidades de bodas, bautizos y demás fiestas de la religión católica que son expresiones de los feligreses y donde a diario los sacerdotes expresan la palabra de Dios mediante sus misas divididas en tres horarios (mañana, tarde y noche).
Alrededor se encuentra la plaza con muchos bancos de metal y grandes árboles plantados, donde los niños juegan a diario, los ancianos se encuentran para disfrutar de la brisa fresca del atardecer y los habitantes de la zona salen para conversar con sus vecinos. Son personas muy atentas y cariñosas, en varias de las casas venden dulces criollos y en su mayoría las personas invitan a los visitantes a tomarse una taza de café, tuve la oportunidad de tomar uno con una señora (que no recuerdo su nombre) que vende dulces artesanales, desde que me pare en su puerta a preguntar por los dulces fue muy amable y hospitalaria, me ofreció todos los dulces que tenia en su local y mientras lo hacíamos conversamos sobre la juventud de hoy en día y sus locuras con los teléfonos inteligentes con un guayoyito (café negro claro), al final compre dulces de leche y de guayaba que son mis favoritos. En el centro de la plaza esta la escultura de Antonio José de Sucre elaborada en mármol, que se mantiene decorada con coronas, flores y ofrendas para este prócer, este detalle mantiene la plaza adornada con flores coloridas que le dan mas vida.
Sus calles son de grandes piedras grises muy conservadas lo que los hace particular del resto de Petare, debido a que la tranquilidad transporta a los visitantes a una cuidad distinta, una ciudad tranquila y acogedora. Llamada por muchos de los habitantes como el rinconcito de Petare. Es un pueblito pintoresco rodeado de una cuidad ruidosa y muy agitada.
Aquí encontraras un pequeño teatro construido por los mismos habitantes de la zona con la ayuda de los recursos de la alcaldía, llamado Cesar Rengifo en honor al pintor y dramaturgo venezolano, brindándole a los jóvenes de la zona la oportunidad de formarse como actores teatrales y ofreciéndole a los visitantes obras espectaculares donde se realza la educación y mensajes positivos para los espectadores e historias infantiles para los niños. Al igual que están constantemente realizando nuevas obras, para la recolección de fondos con los que cubren los gastos de mantenimiento del pequeño pero increíble teatro.
En épocas decembrinas los habitantes y visitantes llenan la plaza e iglesia y disfrutan del bazar que se realiza año tras año como tradición; donde se puede encontrar figuras típicas de la zona, comida típica de diciembre, nuestra tradicional y deliciosa hallaca con pan de jamón ponches a base de poco alcohol, dulces criollos y no puede faltar los puestos de venta de pernil, buena gaita en vivo.
Si quieres viajar a través del tiempo e imaginar como era la vida de la Caracas Colonial, ven y visita la Zona Colonial de Petare, es un lugar por donde los años y la modernidad no han pasado.
Por: Maria Urgiles
mariu285@hotmail.com
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